lunes, 16 de julio de 2012

Resumen 2º Café Filosófico de Albacete (11/07/12): EL AMOR

Un miércoles más rodeado de tan buena compañía (la friolera de 20 asistentes) y con no mejor intención que la de comprender qué es eso del amor; y es que, ¿acaso  sabemos qué es? Y por si saberlo fuera poco, ¿seríamos capaces de explicárselo a otros? Con esta segunda pregunta parecía abrirse el diálogo tras lanzar la primera: "El que puede definir el amor, pequeño amor siente", decía una de las asistentes a la tertulia. Y aunque seguro que todos sentimos gran amor, para bien o para mal nuestro objetivo era definirlo en su sentido más amplio, huyendo en lo posible del monopolio del amor romántico y extendiéndonos hacia otros términos, no menos amorosos, como son el cariño, el afecto, la amistad, ¡e incluso el odio!... ¡pero qué corta habría sido nuestra charla si no nos hubiésemos creído capaces de conseguirlo!

Desde el primer momento quedamos sorprendidos ante la dificultad del tema a tratar. Inesperadamente o no, el amor se reveló como una realidad cubierta por un velo insondable que parecía reírse de nosotros. Nadie dudó de su existencia: partimos en busca de su definición, no de su demostración. Y es que, claro, ¿cómo podríamos dudar de la existencia de algo que, sea lo que sea, nombramos con vehemencia ante el mínimo atisbo de su presencia en nuestras vidas?

"El amor es el deseo de poseer lo bueno y lo bello", se puede concluir tras la lectura de El Banquete o de Fedro, de Platón. A esta definición, algunos participantes preferían añadirle a la palabra "posesión" el matiz de "que algo suceda, que exista", huyendo del sentido peyorativo del término. Es decir: ¡amar es desear que algo bello y bueno exista, que suceda! En este punto se produce el primer choque con el tema de la pasada sesión: la felicidad. Y es que la felicidad, tal y como especulábamos (véase Resumen 27/06/12: LA FELICIDAD), tiene mucho que ver con lo bueno y con lo bello. Ahora bien, "qué es lo bello" y "qué es lo bueno" son aspectos en los que no pudimos explorar con profundidad para no alejarnos del tema que nos ocupaba. A este respecto se dijeron cosas, partiendo de que no todo en el objeto del amor es bueno, como:


− Amar consiste en amar lo bueno y también lo malo. (Amor incondicional)
− Amar consiste en amar lo bueno y tolerar lo malo.
− Lo que es bueno y lo que es malo es una convención, es cultural.

Precisando el bosquejo de las definiciones anteriores, se atisba en éstas que el amor, entendido como deseo, implica "deseo de poseer", "deseo de que suceda" y, ¿por qué no también "deseo de dar"? Es este último uno de los significados más recurridos del amor: "amar consiste en dar". Sobre esta cuestión, abordada, como anteriormente hicimos con el tema de la felicidad, en el campo de batalla de la dicotomía egoísmo/altruismo, surgió la anécdota relatada por Platón en Fedro, según la cual el amor, un dios, es hijo de otros dos dioses: Poros (el que todo lo procura) y Penia (la pobreza, a la que todo es menester). Así pues, completando lo anterior, si el amor es el deseo de que lo bueno y lo bello sucedan, lo es en un doble sentido: 1) hacer que suceda (Poros); y 2) recibirlo en ti (Penia).  El amor es dar y recibir.  Pero, ¿hasta qué punto podríamos afirmar que la primera tarea corresponde al amante y la segunda al amado si según lo anterior el amor contempla ambas cosas, es decir, es la combinación de ambas? Surge, de esto, la idea del amor como plenitud o, mejor aún, como una búsqueda de la plenitud, de la realización de la perfección. En palabras del asistente que lo propuso: "El amor es la búsqueda de un absoluto" (quizá parafraseando a Hegel), entendiendo por tal "algo que te llena, que te satisface, que te enriquece como persona, que te hace evolucionar". Y aquí, de nuevo, chocamos con la felicidad, pues acaso pueda ser también ese "absoluto" un sinónimo de la plenitud que la felicidad significa. Entonces, ¿es el amor la búsqueda de la felicidad? Es a este respecto por lo que trajimos a colación la tradicional creencia en la "media naranja", cuyos orígenes se remontan, que supiésemos nosotros, al mismísimo Homero, mas cuyo testimonio recogemos nosotros de El Banquete de Platón, cuando Alcibíades relata el origen de los sexos masculino y femenino a través de la división en dos mediante el rayo de Zeus del ser andrógino (hermafrodita), que explicaría el motivo de la atracción sexual y del amor como búsqueda de un reencuentro por parte de las dos partes, masculina y femenina, que anhelan volver a fundirse en un único ser.


Pero, entonces, si el amor viene de esa división (aunque sólo sea un mito), ¿es algo exclusivamente humano? Ya hemos dicho qué cosas podemos amar: a saber, todas aquellas que nos hagan sentir plenos (las cosas bellas y buenas). Pero, ¿quiénes pueden amar esas cosas? En el diálogo se mencionaba que el amor incondicional sólo era propio de las madres y de los perros: ¿era esto una broma o quizá no lo era tanto? ¿Son los animales capaces de amar? Y, por otra parte, ¿es del todo convincente lo anterior, que lo que nos hace sentir plenos es el objeto del amor? ¿Puede algo o alguien que nos haga sufrir ser objeto de nuestro amor? En otras palabras, ¿qué es y qué no es amor? A este respecto se decía que el amor, en cuanto a su pureza y radicalidad, no puede hacer daño a nadie de quienes se ven afectados por él: ¡pero en la realidad el amor no se da solo, y viene, en ocasiones, acompañado por emociones y sentimientos adicionales! Alguien se preguntaba: "Si el amor nos hace daño, ¿no será que no es amor?". Hablamos de celos, de desconfianza, de sospecha, de miedos, de obsesión... de pasiones descontroladas e ¿incontrolables? Pongamos esto último en duda por el bien de nuestra libertad...¿o acaso no podemos escoger cuando estamos movidos por las pasiones? He de aquí otra de las definiciones del amor que surgió durante el diálogo: "El amor es un impulso, un motor" (algo parecido a las pulsiones de Freud). Y, a propósito de las pasiones y afecciones que incumben al amor, se decía: "El amor es una enfermedad". Y se matizaba: "El buen amor es una enfermedad constructiva; la obsesión, una enfermedad destructiva". En este terreno resbaladizo entre lo controlable y lo irrefrenable, se citaba a Pascal: "El amor atiende a razones que la razón no comprende". ¿Queda, pues, la razón excluida del acto de amar? ¿Es el amor algo irracional?


Así pues, y ya envueltos en un mundo de emociones, de sentimientos, de pasiones, ¡e incluso de hormonas!, alcanzamos el grado máximo de confusión durante la charla, momento en el que el amor romántico trató de establecer su monopolio como significado de la palabra amor. Por otra parte se hacían esfuerzos por elevar la concepción de éste más allá del eros, trayendo a colación a philía y agapé, significando respectivamente estas palabras griegas: amor romántico, amistad y amor espiritual. Se volvía a insistir en que el amor es una cuestión cultural, y que tratar el amor romántico, nuestro amor romántico idealizado y hollywoodiense al fin y al cabo, con pretensiones de universalidad, no era una buena senda para la persecución de la verdad. Y es que la verdad que a nosotros nos interesa tiene que ser algo que a todos se amolde, y no un molde del que todos tengamos que partir. Nuestras pretensiones de universalidad deben ser sometidas a crítica en cada rincón existente del universo que se trata de abarcar con dicha "verdad". Esto nos hacía reflexionar sobre el daño que ha hecho la justificación de ciertas verdades por amor. ¿Qué crímenes no se han cometido en nombre de un gran amor? Por amor a la patria, por amor a la religión, por amor al cónyuge, al prójimo, al amigo o a uno mismo... Incluso sin el recurso a la violencia es un hecho que el desamor existe y duele.

Sobre el dolor, sobre el miedo y, al fin y al cabo, sobre el sufrimiento, versará nuestro próximo encuentro, que será el 25 de julio, en la Pulgosa (como el Embrujo está cerrado por vacaciones hasta mediados de agosto toca hacer "Merendola Filosófica" en lugar de "Café"), a las 18:00h en la entrada que se encuentra tras recorrer la nueva vía deportiva (el nuevo camino que hay junto al jardín botánico). Para aquellos que vayamos a ir a pie, haremos una marcha conjunta, con gorras, cremita y agua fresca en la mochila, para la que se darán más indicaciones próximamente.

Definitivamente, queda claro que el amor es un tema sobre el que hemos de seguir reflexionando: sea ésta la conclusión más apropiada a la reunión.

A todos: gracias una vez más por hacer posible esta actividad que tanta ilusión y aprendizaje me reporta personalmente y, espero, también a vosotros. Por mi parte, seguiré trabajando para que nuestras reuniones se desarrollen de la mejor manera posible, para lo cual siempre cuento (y quiero contar) con vuestras honestas críticas y sugerencias. Sin más deseos que los de salud y alegría hasta nuestro "cuanto más próximo, mejor" reencuentro, os recuerdo a todos que si queréis compartir vuestras anotaciones conmigo para enriquecer estos resúmenes os estaré muy agradecido. Para cualquier cosa, podéis escribirme a cafe.filosofico.albacete@gmail.com

¡Hasta el miércoles 25, filocafeteros!

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