viernes, 29 de junio de 2012

Resumen 1º Café Filosófico de Albacete (27/06/12): LA FELICIDAD

En primer lugar: gracias. Gracias a todos y a todas: a cuantos habéis respaldado este arriesgado proyecto con palabras de ánimo, a cuantos lo habéis apoyado con vuestra asistencia, a cuantos, con ilusión, habéis callado y hablado, a quienes tan bien me habéis aconsejado (Jorge Sánchez-Manjavacas, mamá...); en definitiva, gracias por participar en una idea cuyo fundamento no es otro que el de vencer a los demonios de la vergüenza, el miedo y la pereza para alumbrar ideas muy simples en el interior de cada cual. ¿La mía? Soñar despierto es posible... y ya lo era antes del pasado miércoles; lo realmente novedoso es el hecho de despertar en un sueño. Por ayudarme a hacerlo posible: gracias.

Y tal y como el título promete, trataré en las líneas venideras de ofrecer una síntesis del diálogo que mantuvimos acerca de la felicidad el pasado miércoles 27. Antes de comenzar, os recuerdo a todos que la siguiente sesión será el miércoles 11 de julio, de 18:00h a 20:30h y que estáis todos invitados (los que vinisteis, los que no pudisteis venir y los que queréis hacerlo). ¿El tema de la siguiente sesión? Tenéis hasta las 23:59h del martes 3 de julio para decidirlo en la encuesta que ya se encuentra abierta en este mismo blog (a la derecha de la página). Y ahora sí: la felicidad.


La felicidad


Al final de la 1ª sesión del café filosófico algunos de los asistentes, en una ronda de conclusiones, decían sentirse, tras la pequeña investigación grupal, si acaso todavía más confundidos que al comienzo de ésta. Y esto no es nada preocupante, sino, quizá al contrario, algo muy sano y natural. Pues, ¿quién en su sano juicio podría tener una firme conclusión acerca de una cuestión sobre la que tan dispares cosas dijimos y sentimos? La contradicción es algo normal. ¿Su "cura"? La reflexión constante e inacabada. Por eso animo a todos aquellos que  se sintieron perdidos y desorientados a continuar reflexionando (por mi parte no dejaré de hacerlo), a darse una oportunidad a sí mismos y a la propia capacidad de pensar por cuenta propia (si bien, además, recomiendo venir a compartir dichas reflexiones con el grupo).

Pero, con respecto a nuestra investigación... la primera pregunta era obligada: ¿qué es eso que llamamos felicidad? Seguida de preguntas como: ¿Por qué es interesante saber qué es? ¿Es algo a lo que llegar, algo sobre lo que se transita, o algo de lo que partir? ¿Se puede alcanzar o no?

- Si se puede: ¿Es efímera o permantente? ¿En esta vida o en otra? ¿Nos hacemos felices a nosotros mismos o nos hacen felices (otros seres, otras cosas)? ¿Quién/qué nos hace felices, cómo y por qué? ¿Es la felicidad una para todos o múltiple (cada uno la suya)? ¿Se puede hacer una lista de requisitos? ¿Cuáles serían estos requisitos y de qué tipo (materiales, sentimentales, virtudes...)?
- Si no se puede: ¿Qué lo impide? ¿Quién lo impide? ¿Cómo lo impiden y por qué?
Finalmente, la pregunta que cada uno ha de hacerse es: ¿soy feliz?

De la mano de Aristóteles, Epicuro, Marco Aurelio, Jean-Paul Sartre, Ortega y Gasset, Einstein, Immanuel Kant y muchos otros pensadores y pensamientos que empleamos para apoyar y reconocer nuestras propias reflexiones (que son las que vienen recogidas en este resumen), abordamos las anteriores cuestiones y, aunque de modo sucinto, podrían señalarse las siguientes conclusiones o ideas más importantes:

- El punto de partida es reconocer, como decía Aristóteles, que todos los seres humanos queremos alcanzar la felicidad. 
- A partir de aquí, todavía siguiendo a Aristóteles, tras darnos cuenta de que todos la perseguimos, descubrimos que no todos entendemos lo mismo cuando hablamos de felicidad. Por tanto: la felicidad es una construcción cultural y personal, en tanto que cada cultura tiene su propia concepción de la vida feliz y, aun dentro de ésta, cada individuo puede tener la suya particular. Así, pues, nos planteábamos, ¿cuál es el criterio para medir la felicidad?
- Nuestra investigación giró en torno a los siguientes elementos (que podrían responder a la cuestión del criterio), que pretenden representarla en la siguiente ecuación (adecuadamente matizada):

Felicidad = Ser  +  Estar  +  Compartir  +  Hacer + Esperar

La felicidad es "Ser", en tanto que la felicidad es percibida por un individuo que necesita conocerse a sí mismo y conocer su mundo, su vida. Como decía Ortega: "Yo soy yo y mis circunstancias; y si no las salvo a ellas no me salvo yo". El conocimiento es conciencia; y la conciencia de lo mejor y lo peor de cada uno es esencial para desarrollar de la mejor manera posible lo bueno (en la conversación se mencionaba "el diamante que todos llevamos dentro") y hacer frente a lo sabido malo (en un sentido moral). ¿Por qué desarrollar lo bueno y quitarle importancia a lo malo? Porque identificamos la felicidad con un tipo de perfección, con un tipo de estado de plenitud o satisfacción.

La felicidad es "Estar", en tanto que necesitamos un espacio en el que "Ser". Un espacio en el que, además, es imprescindible "Compartir": compartir lo propio, lo que uno es, y compartir no es otra cosa que amar y sentirse amado por la persona o personas con las que compartes y a las que amas.

Es importante, además, que en ese espacio en el que estamos, en el que compartirmos, amamos y nos aman, que en esa comunidad, tengamos la capacidad de "Hacer": de hacer lo que somos, de pulir ese diamante que reconocíamos al ser conscientes de que somos importantes (importantes para nosotros, que amamos, y para quienes nos aman) mediante el conocimiento de uno mismo y de las propias circunstancias. Y cuando esto no es posible o, más aún, aun siéndolo, es propio de la felicidad "Esperar", es decir, tener esperanza. Como decía Aristóteles: "la esperanza es el sueño del hombre despierto".

- Se mencionaba también el ejemplo de San Ignacio, quien proponía como fórmula de felicidad o filosofía de vida "en todo: servir y amar". Pero, ¿podemos servir y amar en todo momento sin exigir nada a cambio? ¿No es la reciprocidad una exigencia racional que todos hacemos a nuestros amigos y amores? Esto abrió una digresión en torno a la cuestión altruismo/egoísmo que nos llevó a la cuestión de la ambición y de sus límites para ser felices.

- Con los matices a la anterior fórmula, todavía es necesario precisar que en la necesidad de conocerse a uno mismo y a sus circunstancias se encuentra la clave del freno a la ambición ilimitada, generadora de estrés, agobio y malestar, que malentendemos y, en ocasiones señalamos como si en esta ambición destructiva se hallase la propia felicidad. Es necesario que cada uno sea, esté, comparta, haga y espere aquello que le es propio, posible, asequible, y que los sueños y esperanzas, de ser, sean realizables. ¿Dónde está el límite entre lo realizable y lo imposible? A este propósito mencionábamos la metáfora con la que Immanuel Kant describía la libertad (cito de memoria y, por tanto, mal): "Como una paloma que alza el vuelo pensando en lo alto y lo veloz que volaría si no tuviese frente a sí el viento que la frena... sin darse cuenta de que es precisamente gracias a este viento por lo que puede volar". En reconocer los márgenes de la propia acción y en actuar dentro de ellos podemos conseguir una felicidad asequible. "Busca tu centro, tu límite", se decía, y acto seguido se citaba a Epicuro: "Si quieres hacer rico a Pitocles no aumentes sus riquezas: ¡limita sus deseos!". Después, a Sartre: "La felicidad no está en hacer lo que se quiere... sino en querer lo que se hace". 

- Lo anterior responde a la pregunta "¿felicidad dónde: en esta o en otra vida?" Pues, siendo la actual vida la que acoge nuestras circunstancias, parece evidente que es en ésta donde cabe salir a su encuentro (sin menospreciar ni ridiculizar, por supuesto, la tendencia del espíritu humano que constituye el hecho de intentar salirse fuera de los límites del mundo, como señalaba Ludwig Wittgenstein).

- No es lo mismo ser feliz que estar contento; no es lo mismo ser infeliz que estar triste. A pesar de la común identificación de estos términos, estar contento o triste es el resultado de emociones primarias, de sensaciones y percepciones, mientras que la felicidad y la infelicidad son términos mayores, que no sólo están sujetos a la sensación, sino a la reflexión consciente. Aun así, la siguiente pregunta es interesante: ¿sonreímos porque estamos contentos o estamos contentos porque sonreímos?

- Lo anterior nos lleva a considerar que la felicidad no tiene por qué ser una meta, que la felicidad es o podría ser, como se apuntaba durante el diálogo, el mismo hecho de la búsqueda de la felicidad (el camino) o incluso el punto de partida para una vida buena (una actitud).

- También traíamos a colación el ejemplo de Immanuel Kant, quien pensaba que la felicidad no tiene por qué ser lo más importante de la vida humana. ¿Y qué podría ser todavía más importante? El deber, lo obligatorio, es decir, un ámbito de respeto y convivencia en el que, si no es posible llegar a ser feliz...¡que al menos se pueda convivir en paz! (Es lo que mencionábamos al respecto de las "éticas de mínimos" y las "éticas de máximos"). A la felicidad se invita, es decir, cada uno elige la suya y puede invitar a los demás a participar de ella, pero el ámbito de las leyes, de lo obligatorio para una convivencia pacífica es, sin duda, fundamental.

Finalmente, cada interlocutor presentaba sus conclusiones con brevedad. Estos son algunos ejemplos:

- "La felicidad consiste en seguir buscando, en salir a su encuentro en todo momento."

- "Compartir, servir y amar es la felicidad."

- "La felicidad es una actitud para afrontar el camino, ¡es el punto de partida!"

- "Fuera de nosotros hay muchas cosas que pueden hacernos felices, pero no solemos verlas: ¡sigamos buscando, ampliemos nuestro horizonte de visión, compartámoslo!"

- "Todos hemos tenido momentos felices a lo largo o corto de nuestras vidas. Recordarlos y compartirlos nos hace felices.

- "Volver a experimentar la felicidad ya conocida; eliminar lo perjudicial y llenar el hueco con lo bueno de la vida; hacer feliz a los que están cerca.

- "Regalar lo bueno, leer poesía, soñar y darse a la experiencia.

- "Después de esto no tengo una idea firme de felicidad, pero creo que no existe una felicidad absoluta. La actitud es lo fundamental, pues no es el "qué te pasa" sino el "cómo respondes a lo que te pasa".

- "Ahora tengo menos claro qué es la felicidad que antes de la charla... Y aunque creyese saber lo que es no me atrevería a compartir mi definición, pues no creo que pudiese estar muy seguro de la veracidad de tal definición.

- "Hoy por hoy creo que es un camino en el que el principal compañero de viaje eres tú mismo; el resto viene y va: ¡intenta hacerlos felices aun así! ¡Haz que las cosas pequeñas sean grandes! ¡HAZ PEQUEÑAS GRANDES COSAS! El camino a la felicidad es la propia felicidad. Vida y felicidad son una y la misma cosa.

- "Yo me quedo con tres cosas: 1) Con la idea de plenitud como felicidad. 2) Con que la actitud es fundamental: ¡tú te haces tu propia felicidad! 3) Con la idea de compartir. Esta última se me queda con dos frases que durante la tertulia me han impactado sobremanera: "La felicidad es servir y amar" y "Lo que no se da... se pierde".


Sin más, toca seguir sintiendo, reflexionando y, espero que ahora estéis tan convencidos como yo de que también es necesario seguir dialogando... Mi consejo: si puede ser en buena compañía, en un bello lugar a la sombra de los calores del estío y con una taza caliente o fría (según gustos): mejor.

¡Hasta la próxima, filocafeteros! ¡No olvidéis votar el tema que más os interese para la siguiente sesión!

Hasta entonces y, como deseaba Epicuro a sus amigos en sus cartas:
¡Salud y alegría!
Eduardo.

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